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Imágenes Bonitas con Frases Gratis

Imágenes con frases filosóficas y célebres

Última actualización 19 junio, 2018

La filosofía es un animal sumamente curioso para el hombre medio, por su extremismo camaleónico ¿Qué queremos decir con esto? Algo muy simple: puede pasar de ser la ciencia más abstrusa, intrincada, complejada, a hablar de algo tan sencillo que hasta un niño con cierta profundidad podría debatir. Para cualquiera de los casos, desgraciadamente, no valdría la pena ni un segundo. Esto, por lógica, no siempre fue así, ya que en su tiempo era una gran madre venerada; en la actualidad apenas puede sobrevivir. Sin embargo, es importante y siempre se puede sacar sabidurías muy ricas de ella. Te presentamos imágenes con frases filosóficas y célebres.

Imágenes con frases profundas y filosóficas

Siempre es bueno aprender, se siente como aire nuevo, como una frescura que despierta el alma y la ayuda a encontrar nuevas respuestas ¿Es que no pasa que los circulos viciosos, en lo existencial, son peligrosos? ¿De qué manera respondemos a los flamantes errores? Por eso, lo repetimos: es bueno, es una bendición aprender.

Amar a la sabiduría, ser su amigo, un ser que se queda al lado y goza de ella. Muchas personas abocaron su existencia a tan noble causa y se regocijaban ante los espectáculos que su mente y la charla con otros pensadores le podía aportar.

El aprendizaje no solo es necesario, sino que da cuenta de una actitud existencial muy valiosa: quien aprende reconoce, de manera consciente o no, que es perfectible, que siempre más es mejor y que otros pueden tener por lo menos desarrollos de tópicos más acabados. No es tan complejo en ese sentido entender el psiquismo del filósofo en sentido lato.

Encajar no es para todos y no ocurre de manera sencilla. Deberás darte un buen tiempo, esperar, aguardar por la adaptación y sino reconocer que es hora de modificar aires. El ser humano es increíble, sobre todo, cuando logra estar donde quiere estar. La vida, en definitiva, es ese peregrinar que para algunos es fácil y para otros la empresa más compleja.

El ser siempre será ser para el mundo, así, todo junto, porque desde el momento que existimos tenemos un mundo que nos acoge. De ahí que, sin caer en un abrumador solipsismo, la modificación del punto de vista signifique, en parte, la modificación de la realidad.

El ser es único, irrepetible y todo su hacer tendrá ese rasgo. La vida encuentra su fuerza ahí justamente, de ahí que siempre se la deba respetar como uno de los bienes más preciados.

Una cosa es el precio, a nivel moneda, monetario o peculio; y otra cosa el valor auténtico de una persona. El último es lo importante y se produce a partir de una difícil dialéctica con el mundo y las personas que nos rodean.

«No decir nada es decir algo», aclaró el primero. «Entonces, ¿todo el mundo habla?», respondió el segundo. «De alguna manera sí; el mundo es un hervidero de locuacidad», retrucó el primero.

El tiempo es un recurso limitado, el tiempo es todo lo que somos o por lo menos su condición  de posibilidad. El devenir, entonces, nos puede sorprender, sobrecoger e incluso curar. Porque claro, claro que sí: es un eximio terapeuta curando las heridas más profundas, aunque eso también dependerá de la persona y su experiencia.

Tal vez el infierno no sea un sitio, un lugar de suplicio y dolores, de pecados que se lavan con la sangre y el sufrimiento. No, tal vez el infierno sea un estado existencial, una realidad que se topa. Pero acaece una cuota positiva: siempre se podrá superar y encontrar un nuevo cielo.

El dolor, los ofuscamientos, los miedos; todo eso y más te detiene. Tú tienes que ser como las aves más ligeras, que son vuelo seguro consiguen lo que se proponen y surcan las más desarrolladas alturas.

Imágen del encierro: mira lo que le pasa a tu pobre mano cuando se aferra a algo que solo se quiere escapar. Se hiere, nos duele. Bueno: el cuerpo posee, como bagaje, una inextinguible sabiduría.

De nada sirve ser censor, juez y verduro de lo ajeno; para volverse un tonto, disoluto y timorato con lo propio. No, en todo caso la complejidad efectuada en la primera operación se tiene que aplicar en la segunda.

No tienes que tener la respuesta para todo. Tal vez no es el momento o la ocasión. La vida es un aprendizaje constante para las personas que están abiertas, que desenvuelven una apertura genuina y verdadera. Ya te darás cuenta cuando llegues a ese estado.

Sólo sé que no sé nada. Una frase que utilizaba, posiblemente, el eterno filósofo, el más sustantivo de todo, el gran Sócrates. Pero es algo tan real: cuando uno se introduce en la marea de la sapiencia, se da cuenta, se percata de que nunca tendrá suficientes brazos para acaparar e incorporar, lo más importante.

Los libros están ahí. Lo único que piden es espacio y una voluntad segura para desempolvarlos. Son epitafios, letras muertras que se convertirán pronto en redivivas. Es cuestión de querer, de desearlo.

Hay quienes piensan que todo es azar y contingencia; otros, en cambio, creen en un plan divino o por lo menos en la naturaleza. Quizás la realidad sea un poco de las dos: ni tan libres ni tan determinados; un justo medio.

Hacer, hacer y hacer. El saber teórico tiene un límite en algún momento, luego le sigue la práctica que ratifica, confirma y ayuda a incorporar inclusive. Aristóteles se había percatado de ello: la excelencia, en todo caso, es recursividad. Si hay sabios es porque repiten y un poco más, claro está.

El concepto de verdad clásico equivale a suponer que la realidad se plasma, que tiene una lógica presencial de la cual se puede dar cabida y que nosotros podemos hacerlo, casi como espejos, sin ningún problema ¿Eso es realmente así? Por lo menos, una cuestión de amplio, inabarcable debate.

¿Sabio es quien conoce mucho? ¿El que delinea más doctrinas y engulle una cantidad abusiva de libros? ¿O el que utiliza con éxito lo primero? Otros tantos interrogantes que solo emplazamos aquí.

La belleza del interrogante: lo bueno de dejar una pregunta abierta es que se puede seguir caminando y agrandando el campo. Una respuesta, en cambio, ya tiene una fisonomía totalitaria, una explicación que debe ser tenida en cuenta casi con exclusividad. No, la filosofía es un constante preguntar.

Si existe un destino, también acaece la libertad. Todo lo que somos podemos modificarlo. Quizás, en algún momento, el malvado se canse de ser lo que es. Esa es la gloria del hombre; es una posibilidad que se elige en gran medida a cada instante, en cada paso que da.

La filosofía es algo demasiado amplio para englobarlo. Pero lo repetimos: recurre al pensamiento como su arma genuina, como lo que siempre hay que tener en cuenta para ser verdaderamente humano. Tal vez la dignidad del hombre se cifre en semejante actividad.

La sabiduría siempre te ayudará ¿Habrá sufrimientos, cismas, ostracismos?  Tal vez, en un mundo que justamente no quiere que pienses, porque cavilar siempre será peligroso. Piénsese lo revolucionario que es anteponer una duda a todo lo que conocemos, a lo que damos por cierto por costumbre o por autoridades ajenas.